La potencia del trabajo cognitivo

Trabajo abstracto vs cognitivo II.


Topé el libro “La buena suerte” de Alex Rovira y Fernando Trías de Bess en la casa rural donde me alojaba en La Rioja. Situación relajada para leer este cuento, que por cierto, les estoy contando a mis hijos y lo atienden con interés y expectación. Peca el libro de querer ser de autoayuda por lo que deja poco margen a la interpretación libre, que es lo que enriquece cualquier texto, que cada lectura del mismo nos haga ver cosas que antes no vimos o que tú y yo encontremos significados profundos pero distintos. A veces resulta predecible y algo forzado.

Con todo, fue una lectura agradable. Mientras lo leía pensaba que sus personajes encarnaban algunos aspectos del trabajo abstracto y el trabajo cognitivo, y como he adquirido el compromiso de intentar aportar ideas y explicaciones que ayuden a entender mejor estos conceptos, pensé que utilizar este cuento puede ser útil, sobre todo, para aquellos que hayáis leído –u os animéis a leer- este libro.

Los protagonistas son Nott, el caballero negro, y Sid, el caballero banco. Ambos asumen un reto que les plantea el Mago Merlín.

Nott se aferra al objetivo “encontrar el lugar donde un trébol de cuatro hojas crecerá dentro de siete días”. Para él su trabajo, su cometido, consiste en esa tarea perfectamente definida. Habla con otros seres del bosque encantado; de ellos espera que le transmitan la información que él precisa: ¿dónde? El conocimiento para Nott es algo objetivo, es algo que directamente le llevará a la solución. Alguien ha de tener ese conocimiento, por tanto lo busca –cada vez más desesperadamente- para que se lo pueda transmitir.

Sid, en cambio, se esfuerza en generar condiciones adecuadas donde un trébol pudiera crecer; uno de los seres le ha dicho que es imposible que en esa tierra crezca un trébol: sólo si se cambia la tierra cabría esa posibilidad. Sid amplía su forma de ver. Los seres con los que habla se convierten en colaboradores, con los que establece una relación de afecto y cooperación. Así, con lo que va aprendiendo en esos intercambios, actúa desde su conocimiento y va transformando la realidad del Bosque Encantado de manera que lo que antes no pudo ser ahora sí es posible.

Para Sid el objetivo de encontrar el trébol de cuatro hojas no es lo más importante, porque el camino que va recorriendo, los pasos que da, tienen sentido en sí mismos. El trabajo que hace tiene sentido, con independencia del resultado “objetivo” que se obtenga de él.

Nott se ciega al objetivo. Quiere que alguien le dé la respuesta que busca y pensar que no lo va a conseguir le aterra. Su suerte no depende de él.

En el trabajo abstracto la seguridad pesa muchísimo más que la libertad. Nada depende de nosotros, por lo que es muy natural que los cambios nos aterren, no estamos acostumbrados a vivir/trabajar desde la libertad.

Nott sólo formula una pregunta -resultando impertinente y molesto- y sólo quiere escuchar una respuesta. Al final lo consigue: consigue que le engañen.

Sid entiende que la realidad no es estática, y que tenemos capacidad de transformarla. No se trata de captar la información que otros tienen, sino de construir desde el conocimiento al que soy capaz de acceder. Sid actúa en el aquí y ahora, interactúa de una forma constructiva con los seres con los que habla y su mente está abierta para actuar –mejorando las condiciones- desde el conocimiento que directa o indirectamente van transmitiéndole. El desarrollo del trabajo de Sid no podía ser planificable, ya que depende del curso de los acontecimientos.

Trabajo abstracto y trabajo cognitivo no se diferencian tanto por el contenido del trabajo, sino por la forma en que se desarrolla uno y otro. En este cuento, ambos caballeros tienen un mismo cometido, pero Nott lo desarrolla con características del trabajo abstracto, mientras que Sid lo desarrolla como trabajo cognitivo. En este cuento el margen de libertad para desarrollar el trabajo de una u otra forma es total para ambos, por lo que la elección individual es lo que cuenta. En las organizaciones no suele ser así: la propia estructura y dinámicas organizativas suelen oponer un freno para que el trabajo se desarrolle superando la forma abstracta.

Cuando transformas la realidad y construyes, tu relación con otros es de cooperación, tanto con personas de la organización, como con proveedores, clientes, etc.: “poder para”, ganar-ganar; cuando compites por una porción de una realidad dada, tu relación con otros es de dominación-sometimiento: “poder sobre”, ganar-perder. La última noche Nott mata a su caballo, muere de agotamiento por la velocidad que su amo le impone.


La ilustración es de Gimena Garza - Giga

2 comentarios:

Nacho Muñoz dijo...

Entender que la realidad no es estática y que tenemos poder para transformarla es un objetivo de quienes dirigen las manijas de la organización, pero también una actitud que las personas tienen (tenemos) que asumir, para que el trabajo sea considerado como un reto más de la vida y la convivencia organizacional permita no sólo una mejora de la calidad de vida, sino una organización empresarialmente más sana y, por qué no, productiva.

Estupenda reflexión, como siempre.

Maite Darceles dijo...

Muchas gracias, Nacho, siempre tan amable.
Entender que tenemos poder para transformar la realidad nos convierte en personas más libres y mucho más capaces de afrontar la vida tanto en el ámbito de nuestra organización-trabajo, como en otros:
El mundo de los posibles aumenta, con lo que "hacer posible lo imposible" no es un engañabobos, sino tan real como los ordenadores en los que escribimos y leemos.
Un abrazo,
Maite

Publicar un comentario