El pasado 4 de noviembre tuvimos la primera sesión del que, al menos por el momento, denominaremos Foro Hobest. Nos juntamos 12 personas (faltaba una) de distintos ámbitos, para reflexionar y tratar de construir un cierto cuerpo de formas diferentes de intervención en las organizaciones. Ahí es nada. No se trata de que los de Hobest nos enseñen al resto, sino que se pretende que todo el grupo sea un equipo de elaboración.
Tras una introducción al debate por parte de Alfonso Vázquez –ya que este Foro parte de la excusa que nos brinda su nuevo libro “Estrategias de la Imaginación”-, la pregunta que se puso encima de la mesa fue la siguiente: ¿Entendemos que son posibles nuevos enfoques de los modelos de intervención en las empresas? ¿Es necesario cambiar o es válido como lo hacemos?
Las dos horas largas de reunión darían para muchas páginas… Apuntaré sólo algunas pinceladas sugerentes:
Lorenzo abre con la idea de que “cualquier herramienta se puede pervertir”. “Para cualquier cambio profundo, se ha de partir de cambiar la forma de ver a la gente; el salto de verla según distintos niveles (directivos / indirectos / operarios) a considerarles iguales a todos como personas, respetando lo que significa ser una persona. Si penetra esa concepción de la persona, a partir de ahí, todas las herramientas pueden ser válidas”. Explica que es así como él mismo ha vivido su propio proceso.
También apunta a la importancia de que la organización se oriente y estructure según lo que marque el mercado. Y el camino para ello es “conectar a mucha gente muy cerquita del mercado”. No es que del cliente provenga ninguna fuerza liberadora, pero es en relación al mercado como la organización se dota de significados, y una organización abierta permite que las personas puedan desplegar su propia potencialidad, mientras que en la organización de tipo embudo “resulta realmente injusto que un tío caprichosamente esté coartando la libertad y el despliegue de las personas, su aportación de valor”.
Borja habla de la gran dosis de humildad que requieren estos procesos de transformación, porque se trata de procesos de aprendizaje y experimentación. También destaca la necesidad de desaprender muchos de los conceptos arraigados en nuestras mentes. Se habla de los esquemas mentales que lo impregnan todo.
Xabier apunta a la fragilidad de las transformaciones: “cambiamos todo, pero el día que pongan a un gerente con ideas de otro tipo todo se puede caer abajo”. Se apunta a que lo que salva a estas organizaciones son efectivamente los resultados que dan, por cuanto que están insertos en toda una sociedad ajena a estos conceptos.
En este sentido, Lorenzo apunta otro aspecto interesante: el marco jurídico vigente restringe y pone trabas al avance de las organizaciones hacia el poder distribuido, hacia la autoorganización, hacia la concepción de organización de y para sus personas. Por ejemplo, un trabajador no tiene ninguna responsabilidad sobre su propia seguridad (tuve la oportunidad de comprobarlo en la Jornada para la Prevención de Riesgos Laborales del Sector de Pesca de la semana pasada en el Aquarium); un Consejo de Administración tiene potestad para vender la empresa con todos sus trabajadores dentro; no hay herramientas jurídicas para vincular la propiedad al hecho de ser trabajador (cuando no se trata de cooperativas…) y garantizar que quien trabaja vaya a tener voto… Avanzar hacia la extensión de nuevas formas de concebir la organización requerirá avanzar también en todos estos aspectos paralelos.
Alfonso reclama una Universidad y una Política más comprometidas con la sociedad y su desarrollo. A lo que Julen responde que tenemos universidades del siglo XIX para empresas del siglo XIX. La universidad está supeditada al sistema económico.
Alfonso apunta una nueva línea de reflexión: conceptuar la generación de riqueza, por supuesto, más amplia que el valor monetario. Creo que la necesidad de esta nueva conceptuación volverá de forma recurrente…
Borja reconoce que la política está también supeditada al sistema económico, pero se abre una esperanza: “si el poder distribuido da mejor resultado que el poder jerárquico, aquél se irá imponiendo.”
“Y ¿si la gente no pretende realizarse en el trabajo, sino que eso lo hará fuera, y “dentro” sólo quiere “cumplir” y que le paguen?” – dejaba caer Joseba. Muchas veces te haces -me hago- esa pregunta; no sólo eso, muchas veces me siento así yo misma: “no quiero líos, que me paguen y me digan lo que tengo que hacer”. Pero me dura un suspiro. Esto hoy es inviable, precisamente, por las nuevas lógicas de aportación de valor, en las que estamos profundizando en este Foro. Y es que no concibo la posibilidad de que nadie me pueda garantizar un sueldo (digno) diciéndome lo que tengo que hacer. Mi aportación sería una ínfima parte de lo que realmente puede ser. Sin duda hay muchas personas que reciben una mayor retribución a lo que es su aportación de valor; las hay. Y hay muchísima gente en esquemas de trabajo ordenado (incluso en el campo del trabajo no manual). Pero creo que si pretendemos desarrollar nuestras sociedades, esos esquemas de trabajo van a ir pasando a algo residual. ¿Alguno de nosotros emprendería hoy un proyecto empresarial que involucrara a un número de personas, en el que pretendiera controlarlo y organizarlo absolutamente todo, y se comprometería a retribuir generosamente a las mismas? Tendremos que irnos haciendo a la idea de que van a ir desapareciendo los empleadores que ofrecen trabajos para “cumplir y cobrar a fin de mes”, por lo que será mejor que empecemos a pensar cómo podemos avanzar hacia formas de trabajo realizadoras.
“Con el coaching, la inteligencia emocional, etc. dirigida a los directivos estamos favoreciendo el bienestar de una elite, su equilibrio y madurez emocional, terapias subvencionadas o apoyadas institucionalmente, pero y ¿qué pasa con el resto de la gente?”- plantea Julen. No es por ahí por donde vemos caminos de transformación…
Hablamos mucho de transformación, pero no está tan claro que todos coincidamos conceptualmente en su significado. Así es que ésta es precisamente la pregunta que nos lanzamos para la siguiente sesión, que será este mismo jueves: ¿Qué entendemos por transformación?
Germán -a quien agradezco la foto que nos sacó- (post) y Julen (post) también escribieron sobre esta sesión.
Tras una introducción al debate por parte de Alfonso Vázquez –ya que este Foro parte de la excusa que nos brinda su nuevo libro “Estrategias de la Imaginación”-, la pregunta que se puso encima de la mesa fue la siguiente: ¿Entendemos que son posibles nuevos enfoques de los modelos de intervención en las empresas? ¿Es necesario cambiar o es válido como lo hacemos?
Las dos horas largas de reunión darían para muchas páginas… Apuntaré sólo algunas pinceladas sugerentes:
Lorenzo abre con la idea de que “cualquier herramienta se puede pervertir”. “Para cualquier cambio profundo, se ha de partir de cambiar la forma de ver a la gente; el salto de verla según distintos niveles (directivos / indirectos / operarios) a considerarles iguales a todos como personas, respetando lo que significa ser una persona. Si penetra esa concepción de la persona, a partir de ahí, todas las herramientas pueden ser válidas”. Explica que es así como él mismo ha vivido su propio proceso.
También apunta a la importancia de que la organización se oriente y estructure según lo que marque el mercado. Y el camino para ello es “conectar a mucha gente muy cerquita del mercado”. No es que del cliente provenga ninguna fuerza liberadora, pero es en relación al mercado como la organización se dota de significados, y una organización abierta permite que las personas puedan desplegar su propia potencialidad, mientras que en la organización de tipo embudo “resulta realmente injusto que un tío caprichosamente esté coartando la libertad y el despliegue de las personas, su aportación de valor”.
Borja habla de la gran dosis de humildad que requieren estos procesos de transformación, porque se trata de procesos de aprendizaje y experimentación. También destaca la necesidad de desaprender muchos de los conceptos arraigados en nuestras mentes. Se habla de los esquemas mentales que lo impregnan todo.
Xabier apunta a la fragilidad de las transformaciones: “cambiamos todo, pero el día que pongan a un gerente con ideas de otro tipo todo se puede caer abajo”. Se apunta a que lo que salva a estas organizaciones son efectivamente los resultados que dan, por cuanto que están insertos en toda una sociedad ajena a estos conceptos.
En este sentido, Lorenzo apunta otro aspecto interesante: el marco jurídico vigente restringe y pone trabas al avance de las organizaciones hacia el poder distribuido, hacia la autoorganización, hacia la concepción de organización de y para sus personas. Por ejemplo, un trabajador no tiene ninguna responsabilidad sobre su propia seguridad (tuve la oportunidad de comprobarlo en la Jornada para la Prevención de Riesgos Laborales del Sector de Pesca de la semana pasada en el Aquarium); un Consejo de Administración tiene potestad para vender la empresa con todos sus trabajadores dentro; no hay herramientas jurídicas para vincular la propiedad al hecho de ser trabajador (cuando no se trata de cooperativas…) y garantizar que quien trabaja vaya a tener voto… Avanzar hacia la extensión de nuevas formas de concebir la organización requerirá avanzar también en todos estos aspectos paralelos.
Alfonso reclama una Universidad y una Política más comprometidas con la sociedad y su desarrollo. A lo que Julen responde que tenemos universidades del siglo XIX para empresas del siglo XIX. La universidad está supeditada al sistema económico.
Alfonso apunta una nueva línea de reflexión: conceptuar la generación de riqueza, por supuesto, más amplia que el valor monetario. Creo que la necesidad de esta nueva conceptuación volverá de forma recurrente…
Borja reconoce que la política está también supeditada al sistema económico, pero se abre una esperanza: “si el poder distribuido da mejor resultado que el poder jerárquico, aquél se irá imponiendo.”
“Y ¿si la gente no pretende realizarse en el trabajo, sino que eso lo hará fuera, y “dentro” sólo quiere “cumplir” y que le paguen?” – dejaba caer Joseba. Muchas veces te haces -me hago- esa pregunta; no sólo eso, muchas veces me siento así yo misma: “no quiero líos, que me paguen y me digan lo que tengo que hacer”. Pero me dura un suspiro. Esto hoy es inviable, precisamente, por las nuevas lógicas de aportación de valor, en las que estamos profundizando en este Foro. Y es que no concibo la posibilidad de que nadie me pueda garantizar un sueldo (digno) diciéndome lo que tengo que hacer. Mi aportación sería una ínfima parte de lo que realmente puede ser. Sin duda hay muchas personas que reciben una mayor retribución a lo que es su aportación de valor; las hay. Y hay muchísima gente en esquemas de trabajo ordenado (incluso en el campo del trabajo no manual). Pero creo que si pretendemos desarrollar nuestras sociedades, esos esquemas de trabajo van a ir pasando a algo residual. ¿Alguno de nosotros emprendería hoy un proyecto empresarial que involucrara a un número de personas, en el que pretendiera controlarlo y organizarlo absolutamente todo, y se comprometería a retribuir generosamente a las mismas? Tendremos que irnos haciendo a la idea de que van a ir desapareciendo los empleadores que ofrecen trabajos para “cumplir y cobrar a fin de mes”, por lo que será mejor que empecemos a pensar cómo podemos avanzar hacia formas de trabajo realizadoras.
“Con el coaching, la inteligencia emocional, etc. dirigida a los directivos estamos favoreciendo el bienestar de una elite, su equilibrio y madurez emocional, terapias subvencionadas o apoyadas institucionalmente, pero y ¿qué pasa con el resto de la gente?”- plantea Julen. No es por ahí por donde vemos caminos de transformación…
Hablamos mucho de transformación, pero no está tan claro que todos coincidamos conceptualmente en su significado. Así es que ésta es precisamente la pregunta que nos lanzamos para la siguiente sesión, que será este mismo jueves: ¿Qué entendemos por transformación?
Germán -a quien agradezco la foto que nos sacó- (post) y Julen (post) también escribieron sobre esta sesión.
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Transformar como superación del trabajo dependiente
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7 comentarios:
Estupendo el resumen. Creo que sirve para situar las cosas en su lugar. Seguimos leyéndonos y conversando.
Nos vemos.
Gracias Maite por tu resumen. "Casi" es como volver a estar allí. Yo me permito añadir algunos comentarios adicionales que a mi me resonaron:
• La contradicción está servida. Las empresas necesitan el despliegue del conocimiento de las personas pero las lógicas y estructuras de las empresas están llenas de conceptos que lo impiden
• Atención con los modos de intervención que no entran en la contradicción principal sino que se quedan en los síntomas y los tratan con maquillaje
• Hay que evolucionar de querer tener personas trabajadoras satisfechas a personas libres
• Las herramientas son intrascendentes, no son la clave
• Apostar por avanzar hacia un tipo de organización con poca definición donde las personas seamos lo importante
• Cuidado con los modelos de liderazgo mesiánico
Pero mucho más allá que las ideas, lo importante fue el debate, la energía y la ilusión que se respiraba en la reunión. Simplemente gente disfrutando de lo que hacen buscando convertir sus sueños en realidad. ¡Animo! Eutsi goiari!
Gracias Maite, porque sin estar alli...me hago idea.
Estoy de acuerdo con Julen, (con otras ideas de otros tambien, pero hoy me apetece esta)en que con el desarrollo y formacion de directivos y "mandos intermedios", como se les suele llamar, "estamos favoreciendo el bienestar de una elite, su equilibrio y madurez emocional, terapias subvencionadas o apoyadas institucionalmente, pero y ¿qué pasa con el resto de la gente?”.
Recientemente en un comunicado de un sindicato de mi empresa, se hablaba de LA empresa y por otro lado de Nosotros LOS trabajadores,(lo explico en primera persona siendo consciente que esta literatura es comun a muchas organizaciones)
Entiendo que si se hacen distinciones, clases y tipos de puestos y de personas, y se ve a LA empresa como un ente de pocos, al margen de LOS trabajadores...
A mi lo de transformar las organizaciones...me suena lejano pero hablar de mejora y desarrollo personal y profesional...( Julen, he leido lo del cambio, y yo no quiero cambiar, quiero mejorar). NO A LA TRANSFORMACION,
SÍ A TRANSFORMAR-ME.
Un saludo,
- Julen, seguiremos, seguiremos… que hay mucho que hacer… Bihar arte.
- Borja, tomo nota de todos tus apuntes, que me parecen muy muy atinados. Mila esker.
- Anónimo, hablar de transformar las organizaciones es hablar de cómo cambiamos esa “literatura común a muchas organizaciones” -utilizando tu expresión- en la que no nos sentimos identificad@s y que no nos sirve para desplegarnos en ellas. La propia transformación no depende sólo de la propia voluntad, sino también puede verse impulsada o mutilada por condiciones contextuales, estructurales. Probablemente haya algo que sientas que limita tu transformación a pesar de tu voluntad...
¿A qué nos referimos cuando hablamos de transformación? Transformar es un acto de voluntad, una expresión del deseo de que las cosas sean de modo diferente a como son, porque no nos gusta lo que es o porque creemos que puede ser diferente y mejor. Por tanto, no transformamos en el vacío, no cambiamos porque sea la orden de moda, sino porque perseguimos algo más potente y, en nuestro caso, algo más libre, más justo y más humano. No seguir hablando del “cambio”, sino decir de una vez: “[el] cambio debe ser juzgado y evaluado de acuerdo con el grado en el que el deseo, la multiplicidad y la creatividad son emancipados, en el que el resultado son relaciones sociales que existen para el mejoramiento de todos nosotros, más que sólo para los pocos favorecidos, caracterizado por valores colectivos y en el cual todo es político.” (Linstead, 2004).
Como dice Julen, existen múltiples vías –todas, de hecho, potencialmente- para la transformación. Aunque, como reza el Oratorio de Amancio Prada, “ningún camino era de vuelta, todos se alejaban”. A mi modesto entender, es importante partir de la dinámica inmanente del propio sistema, para capturar aquellos rasgos ya presentes que indican potencialidades nuevas e interrumpir desde ellos la catástrofe a la que nos ha conducido la ceguera y la obediencia a los dictámenes de lo “políticamente correcto”. Crear desde ahí, en lo económico, en lo social y en lo político, las nuevas realidades ya contenidas –aunque “reprimidas”- en nuestra un tanto oscura realidad. En estos días que corren, Germán, no sé si hay miedo al cambio, pero sí que hay pavor ante los inexorables cambios que un tsunami destructivo provoca en las vidas e ilusiones de tantas y tantas personas.
Pues hay que rearmarse y volver al combate por la vida. Os paso dos citas. La primera, de Silvia Jovè para la revista NEXE sobre mi último libro (está en catalán):
“Apassionant. Especialment per a una generació a qui se'ns fa difícil projectar una realitat diferent a l'establerta, la generació dels qui hem nascut i crescut en la democràcia i per a la què la paraula llibertat no va associada a lluita sinó a cotidianitat. Per tant un concepte sesgat, que vivim en tercera persona perquè mai no l'hem experimentada.
És per això que la llibertat amb la que l'Alfonso Vázquez planteja les bases d'una nova realitat social, són tot un regal. I faig ús de la paraula llibertat entesa com a la capacitat de fer plantejaments que no prenen com a punt de partida la realitat actual, sinó que se'n deslliura i es permet el repensar des de l'origen. Com bé diu en un moment del llibre: no hem de pensar en la finalitat (el canvi) sinó en allò que el motiva.
I que el motiva? El desig. El nou llibre de l'Alfonso Vázquez és una crida a la innovació a través del desig.”
La segunda, Massumi (2002) lo expresa, en su habitual estilo, de esta forma: “Una política exploratoria del cambio es filosofía perseguida por otros medios –una política radical igual a la ‘radicalidad’ de la expansión misma del campo empírico. Una política radical es inherentemente una asunción del riesgo ya que no puede predecir el resultado de sus acciones con certeza. Si pudiese, no sería radical sino reactiva, un movimiento dedicado a capturar y contener, operando enteramente en el ámbito de lo aceptablemente posible, en un rechazo a priori de lo nuevo. La política radical debe pellizcar y esperar: para lo que está viniendo, la determinación colectiva de la comunidad. Su papel es catalizar o inducir una autoorganización global: pellizcar localmente para inducir globalmente (para modular un eslogan). Hablando de eslóganes, repita este: ‘sea realista, pida lo imposible.’ ¿En qué condiciones podría esto ser una fórmula para un empiricismo político.?”
Eskerrik asko Maite por el resumen.
Acabo de leer un interesante artículo de Juanjo Goñi en Noticias de Gipuzkoa que os recomiendo titulado "Innovar en las relaciones, eso sí que es innovar" que va en la línea de transformar-me de anónimo, en el que, en relación al cambio forzoso provocado por la crisis señala (entre otras cosas interesantes) lo siguiente: "(innovar) Consiste en ser coherentes con la forma de ordenar las prioridades del valor del poseer, del valor del saber, del valor del estar con, del valor del ser y del valor del proyectar y construir, cuestiones todas ellas muy importantes a la hora de fijar nuestras prioridades y la agenda personal de innovación. Empiece con dedicar su tiempo y mente a ordenar lo que realmente es importantepara su futuro porque llega el cambio, y toca elegir y es mejor que nos coja preparados mentalmente. Si sabemos a dónde queremos ir, llegará el cambio y todo será más fácil". Trasformar exige una actitud mental individual, tambié colectiva, pero todos los miembros de una organización debieran conocer y compartir (o definir) cual es la estación destino de la tranformación (esa que nunca llega) o, al menos, la razón de ser de cada paso que se da en ese camino, bien de manera explicita o bien como traducción individual y colectiva de un conjunto de valores compartidos. Esto es relevante porque los procesos de transformación son procesos de construcción de nuevas realidades.
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