Alfonso habla en su libro "Estrategias de la imaginación" del tiempo Kairòs y el tiempo Cronos. En "Guías para la transformación" también recojo esa propuesta, que resulta sugerente para muchas personas. Ahora conecta esta idea con el film Casablanca y compone este texto que me hace llegar para publicarlo como un post. Mila esker, Alfonso. Añado un vídeo que canta la canción...
"La vida es mucho más que el trabajo" decíamos ayer en Lan Ekintza en Bilbao. Desde luego es mucho más que el "trabajo abstracto", porque la vida es Kairòs... Ayer no pronunciamos Kairòs y Cronos, pero también hablamos de estas cosas. Y me pregunto: ¿hay hueco para Kairòs en el trabajo? ¿O necesariamente la vida tiene que estar fuera del trabajo? Creo que cuando afirmamos que la vida es mucho más que el trabajo estamos presuponiendo que el trabajo responde a la lógica de Cronos, estamos limitándonos a una forma de "trabajo abstracto", pero ¿puede el trabajo cognitivo responder a Cronos, o ha de hacerlo necesariamente también a Kairòs?
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EL TIEMPO PASARÁ...
Al pronunciar Ilsa su exigencia, “Play it, Sam” está realizando un doble conjuro: Por un lado, llama a revivir el acontecimiento, la intensidad del tiempo como vida (Kairòs), traerlo de nuevo a su existencia, pero, a la vez, conjura su (imposible) debilitación llamando al paso del tiempo abstracto, de Cronos:
“You must remember this, /a kiss is just a kiss, /a sigh is just a sigh, /the fundamental things apply /as time goes by. /And when two lovers woo, they still say ‘I love you’, /on that you can rely, /no matter what the future brings /as time goes by.”
No deja de parecerme interesante esta llamada al tiempo abstracto como espacio del vacío, del hastío, del olvido, del debilitamiento del acontecimiento; y, a la vez, como reflejo constituyente y constituido del trabajo abstracto, como tiempo de la dominación que nos invita a la pasividad, al mero acto reflejo, repetido una y otra vez en rutinas interminables. Tiempo de la dominación social o, más exactamente, tiempo de unas relaciones sociales mediadas por el trabajo y, su correlato, el tiempo, abstractos.
Y en ese espacio contradictorio, donde nuestros deseos pugnan por realizarse en el tiempo de la intensidad, surge la irreductible contradicción y la conjura del acontecimiento, la resistencia a Cronos (“reloj, no marques las horas /porque mi tiempo se acaba”). El tiempo de Rick en la estación de París conjuga ambos elementos de forma dramática: El tiempo (Kairòs) se hace infinitamente largo –Ilsa no llega-, lleno de angustia e intensidad (se hará eterno en su recuerdo), mientras Cronos va marcando los minutos cruelmente, anunciando la hora de salida del tren, el último antes de que los alemanes ocupen París. Gana Cronos, pero Kairòs permanece, en forma torturante, en la memoria y en el cuerpo “-¿Cuál es su nacionalidad, Rick? –Borracho”.
Y Kairòs, aunque en forma amarga, ocupa el tiempo de Rick; sólo cabe la inmediatez: “-¿Dónde estuviste ayer, Rick? –Hace mucho tiempo de eso. No me acuerdo. -¿Te veré esta noche? –Nunca hago planes con tanta antelación.”
Sin embargo, en otro acontecimiento que alcanza una intensidad inusual, la despedida (que se antoja definitiva) en el aeropuerto, Rick va a declarar la eternidad del tiempo de la intensidad sobre el vacío, ahora conjurado a no ser nada, a quedar para siempre lleno del acontecimiento: “Siempre nos quedará París.”
"La vida es mucho más que el trabajo" decíamos ayer en Lan Ekintza en Bilbao. Desde luego es mucho más que el "trabajo abstracto", porque la vida es Kairòs... Ayer no pronunciamos Kairòs y Cronos, pero también hablamos de estas cosas. Y me pregunto: ¿hay hueco para Kairòs en el trabajo? ¿O necesariamente la vida tiene que estar fuera del trabajo? Creo que cuando afirmamos que la vida es mucho más que el trabajo estamos presuponiendo que el trabajo responde a la lógica de Cronos, estamos limitándonos a una forma de "trabajo abstracto", pero ¿puede el trabajo cognitivo responder a Cronos, o ha de hacerlo necesariamente también a Kairòs?
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EL TIEMPO PASARÁ...
Alfonso Vázquez
Al pronunciar Ilsa su exigencia, “Play it, Sam” está realizando un doble conjuro: Por un lado, llama a revivir el acontecimiento, la intensidad del tiempo como vida (Kairòs), traerlo de nuevo a su existencia, pero, a la vez, conjura su (imposible) debilitación llamando al paso del tiempo abstracto, de Cronos:
“You must remember this, /a kiss is just a kiss, /a sigh is just a sigh, /the fundamental things apply /as time goes by. /And when two lovers woo, they still say ‘I love you’, /on that you can rely, /no matter what the future brings /as time goes by.”
No deja de parecerme interesante esta llamada al tiempo abstracto como espacio del vacío, del hastío, del olvido, del debilitamiento del acontecimiento; y, a la vez, como reflejo constituyente y constituido del trabajo abstracto, como tiempo de la dominación que nos invita a la pasividad, al mero acto reflejo, repetido una y otra vez en rutinas interminables. Tiempo de la dominación social o, más exactamente, tiempo de unas relaciones sociales mediadas por el trabajo y, su correlato, el tiempo, abstractos.
Y en ese espacio contradictorio, donde nuestros deseos pugnan por realizarse en el tiempo de la intensidad, surge la irreductible contradicción y la conjura del acontecimiento, la resistencia a Cronos (“reloj, no marques las horas /porque mi tiempo se acaba”). El tiempo de Rick en la estación de París conjuga ambos elementos de forma dramática: El tiempo (Kairòs) se hace infinitamente largo –Ilsa no llega-, lleno de angustia e intensidad (se hará eterno en su recuerdo), mientras Cronos va marcando los minutos cruelmente, anunciando la hora de salida del tren, el último antes de que los alemanes ocupen París. Gana Cronos, pero Kairòs permanece, en forma torturante, en la memoria y en el cuerpo “-¿Cuál es su nacionalidad, Rick? –Borracho”.
Y Kairòs, aunque en forma amarga, ocupa el tiempo de Rick; sólo cabe la inmediatez: “-¿Dónde estuviste ayer, Rick? –Hace mucho tiempo de eso. No me acuerdo. -¿Te veré esta noche? –Nunca hago planes con tanta antelación.”
Sin embargo, en otro acontecimiento que alcanza una intensidad inusual, la despedida (que se antoja definitiva) en el aeropuerto, Rick va a declarar la eternidad del tiempo de la intensidad sobre el vacío, ahora conjurado a no ser nada, a quedar para siempre lleno del acontecimiento: “Siempre nos quedará París.”
3 comentarios:
Hola Maite. Gracias por compartir esta reflexión sobre el tiempo. Me parece muy oportuna y provocadora. Tengo tu libro y aun no he podido leerlo pero es una de las lecturas pendientes y priorizadas. prometo feedback. Un abrazo
Mila esker zuri, Asier. Le daremos las gracias a Alfonso, ya que yo sólo he puesto el medio para compartir con vosotros su reflexión.
Espero que te guste el libro y espero feedback :-)
Un abrazo
Mi idea, más simple, es la de que el tiempo es "percibido" por la persona y eso lo introduce en un terreno de múltiples interpretaciones: circular, lento, rápido, como gozo, como dolor, como imposición...
Nos vemos.
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