Estudiar experiencias de transformación organizacional hacia modelos que superen el imperante desde un nuevo marco conceptual y filosofía de la organización -en construcción- que permita llegar a conclusiones relevantes y que aporten a otras personas y organizaciones es uno de los retos más apasionantes que tengo en estos momentos ante mí.
Conocer la experiencia de Galfor ha sido en este sentido muy gratificante e intentaré hacer de correa de transmisión para que se conozca y se extienda ésta como otras formas de hacer empresa. No hay duda de que primero hay que soñar, plantearnos objetivos ambiciosos, para que nuestros sueños se hagan realidad. No se trata de ponernos metas fijas, sino de creer y soñar que se puede cambiar, mejorar y avanzar. Percibí una organización construida a partir del milagro de ilusionar a un colectivo con un proyecto realmente compartido y participativo.
Se habla mucho de las claves del éxito y se escribe y se dan conferencias sobre ello. Algunos estamos convencidos de que el éxito de una organización no se mide sólo con los resultados económicos, sino que también son éxito el ambiente de trabajo, la ilusión con que acometemos nuestra actividad, el sentimiento compartido del éxito, el nivel de realización personal en el trabajo, las relaciones constructivas y enriquecedoras que se dan, etc. Y todo esto tiene mucho que ver con hacer girar la balanza de la organización dando más peso a las personas y aligerando el de la estructura. La buena noticia es que las organizaciones que lo hacen de verdad, no quedándose en la superficie, consiguen además sorprendentes resultados económicos. Galfor es hoy un ejemplo magnífico de esto.
Mi más sincera enhorabuena y que sigáis cosechando muchísimos éxitos.
Maite Darceles
(Este pequeño texto se publicó en el nº 11, abril 2008 de Autonotice, revista interna de Galfor)
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