La capacidad productiva y tecnológica que tenemos hoy en el mundo nos permitiría probablemente –yo creo que sin ninguna duda- vivir a todos –¡¡a todos!!– con las necesidades básicas cubiertas y sin tener que trabajar demasiadas horas para ello, si las cosas fueran distintas. Pero desgraciadamente no lo son.
Hemos avanzado muchísimo en las posibilidades potenciales, pero no en las reales, en las que se materializan. Vivimos en un mundo en que los datos de miseria, precariedad, hambre, enfermedad, guerra y destrucción son absolutamente escandalosos y obscenos, aunque nos acostumbremos a todo ello y hayamos desarrollado una gran habilidad de desafección. (Si no no seríamos capaces de ver un telediario. Probablemente ninguna persona de hace un siglo sería capaz de ver media hora de noticias y seguir tan normal, como si nada...)
Es evidente que hay algo en las propias lógicas del sistema que no funciona. O, dicho de otro modo, mientras las lógicas del sistema no se cuestionen, éstas nos abocan al desastre, a un verdadero drama en el que las desgracias son protagonizadas por unos u otros actores alternativamente a lo largo de los capítulos. La solución que algunos siguen planteando es la de perfil colonialista y miope: cómo hacemos para seguir manteniendo sueldos y nivel de vida más elevados que otros; lo que en buena lógica significa: cómo hacemos para seguir explotándoles, seguir disfrutando de su trabajo corporeizado en millones de bienes que consumimos a diario. (Escribí una pequeña reflexión sobre el consumismo: "algunas reflexiones sobre el consumismo")
Pero, además de que éticamente esto no es aceptable, las lógicas del sistema se reproducen en ámbitos más pequeños como en fractales [)wikipedia]. Por tanto, las lógicas que guían el sistema en su ámbito mundial son también las que lo guían en ámbitos de comunidad o de organización, con lo que también nos abocarán al desastre (aunque éste -el desastre más próximo- sea muchísimo más llevadero que morirse de SIDA y/o hambre en una aldea africana).
En el reciente artículo de Alfonso Vázquez "Política de la riqueza, riqueza de la política" que, por cierto, apunta claves muy sugerentes, valientes y puede que determinantes para este tema, leemos:
- “Transcurridos los años sesenta y setenta, de enorme dureza, a finales de los ochenta, tras el colapso del bloque soviético, el Sistema proclama que, desde ahora, el Mercado se encargará de regular la vida en el planeta, la desaparición de la política –intervencionismo cero, ¡quién nos lo iba a decir!-, la orgía del consumo como panacea de felicidad y estatus social, la referencia de toda creación a su valor monetario –de “mercado”- y... ¡¡¡el fin de la historia!!! Nunca el mundo feliz de Huxley estuvo tan cerca.” (pág. 7)
- “Las repetidas “llamadas” a innovar olvidan que en las últimas tres décadas se ha “innovado” a velocidad exponencial, pero esto no ha evitado la catástrofe civilizatoria a la que nos estamos viendo abocados. No es la solución. Tenemos que innovar –y, por qué no, subvertir- las bases artificialmente abstractas de las relaciones de producción, y, por derivación, de las relaciones sociales, que subsumen en un pozo sin fondo cualquier atisbo de desarrollo de riqueza material, social o cultural.” (pág. 15)
- "Para ilustrar modestamente algo de lo que quiero decir, voy a contar una pequeña anécdota, que, a mí mismo, me sorprendió. En un –hoy- pequeño pueblo de la Bureba burgalesa, gobernado desde hace pocos años por principios de autoorganización, en el que el programa electoral municipal se realiza en asamblea vecinal, se planteó hace algún tiempo la necesidad de introducir mejoras en las infraestructuras comunales, pero al Ayuntamiento le faltaba presupuesto. Sus habitantes, agricultores en su gran mayoría, trabajan los caminos de sus fincas, construyen y rehabilitan sus casas, arreglan sus accesos... y tienen mucho tiempo libre. Pero cuando les propuse que se organizaran para mejorar las infraestructuras sociales, comunitarias, de su pueblo, surgió la lógica del sistema: “¿Cómo vamos a trabajar para otros sin recibir un salario a cambio? ¡No es natural!” Y, ciertamente, estaban ligando la producción de riqueza comunitaria, social, al concepto de valor monetario, sin reparar, curiosamente, en que lo que no produjeran ellos directamente... ¡lo tendrían que pagar a otros con sus impuestos!
Nos queda pendiente, pues, una ingente labor de innovación social y política desde el ámbito de lo local, desde el reconocimiento de lo común, de lo que nos une, como base de un nuevo tipo de construcción de la comunidad."
fotos de luipermom y caerolus, respectivamente
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