Teoría y práctica como flujos y conexiones






De la teoría a la experiencia
Hace unos años asistí a un taller de “Cómo hablar siempre con eficacia” que impartían Ángel Lafuente y Aiuola Pérez Urresti en los cursos de verano de la UPV en Donostia. Un taller recomendable. Recuerdo que daban 7 claves para hablar bien y recuerdo alguna de ellas: - mirar a los ojos, - frases breves, - no dejar frases sin acabar, - los silencios,… Decían que el escenario de la vida era el gran laboratorio para mejorar nuestro hablar. Lo traigo a colación para ilustrar la siguiente idea que quiero expresar: La teoría cobra sentido cuando conecta con nuestra experiencia vital y con nuestra inmanencia, (creo que estoy abusando de esta palabra, o palabro para algunos, pero es que cada vez la necesito más para expresar lo que quiero decir). 7 ideas que pueden ayudar a mejorar nuestra capacidad de comunicación pueden ser “mera teoría”, algo alejado de nuestra realidad, -e incluso podríamos llegar a percibir desde nuestro punto de vista, como algo alejado de toda realidad, algo que no aporta nada, bobadas, palabrerías-, o pueden ser realmente algo muy práctico, algo que conecta con nosotros y llenamos de significado. Sucede cuando, en el ejemplo, si antes no lo hacíamos, empezamos a mirar a la gente a los ojos cuando hablamos, o empezamos a ser conscientes de las frases que dejamos sin acabar e intentamos evitarlo… El salto de la teoría a la práctica se da cuando conecta con nuestra experiencia de la realidad. Cuando lo hacemos conectamos con la teoría misma y es cuando ésta adquiere realmente significado para nosotros. Deja de ser “mera teoría” para pasar a ser vivencia, para quedar imbuida en nuestra inmanencia. Cuando lo hacemos aprendemos, se produce el agenciamiento de nuevo conocimiento. Además, conseguir esa “fusión” es placentero: la curiosidad o voluntad de saber es una de las principales pulsiones humanas.
    “La curiosidad es el remedio para el aburrimiento. No hay remedio para la curiosidad.” (Dorothy Parker, recogido en Komplex nº 49)

Éste es el núcleo mismo del concepto de conocimiento, porque la mera repetición (como la memorización de los reyes godos y visigodos en las escuelas hace décadas) es una forma inferior de conocimiento: produce muy poco agenciamiento, entendido éste como apropiación y desplazamiento (tanto del sujeto como del objeto apropiado, en este caso, del hecho cognoscible). Así, la expansión del conocimiento en todos los sentidos tiene que ver con el grado de agenciamiento, que también se puede expresar como el constante flujo y recursividad entre teoría y práctica. Expandimos nuestro conocimiento (y de esta manera, potencialmente, el Conocimiento) tanto cuando vivenciamos la teoría como cuando conceptuamos desde la experiencia.

Todo esto enlaza con el enfoque sobre conocimiento de Alfonso Vázquez como unión indistinguible entre pensamiento, emoción/deseo y acción, que he agenciado.

Por todo ello, me opongo a la concepción de teoría como algo separado de la práctica. Y es que, incomprensiblemente para mí, a veces se presentan como conceptos opuestos.

Lo que subyace a una posición crítica
¿Qué es lo que criticamos cuando decimos que algo es muy o demasiado teórico?
Lo que criticamos es que algo sea alejado de la realidad. Más concretamente, no lo conectamos con nuestra propia experiencia de la realidad y, quizá, desde nuestra miopía, prejuzgamos que no hay otras experiencias de la realidad que estén en concordancia con ello. En este caso, podríamos estar criticando desde la ignorancia, bloqueando y cerrándonos, a nosotros mismos y a otros, caminos que podrían ser de avance.

Claro que hay mucho que se dice que es criticable también desde el conocimiento, por supuesto. Sencillamente, nuestra experiencia de la realidad lo contradice y tenemos argumentos intelectuales para soportar nuestra crítica. O bien nuestra experiencia de la realidad lo contradice, pero de una forma sólo intuitiva, y no somos capaces de entender por qué no estamos de acuerdo, y mucho menos de explicar a otros nuestros argumentos.

Tres posiciones muy distintas que requieren actuaciones muy distintas por parte del crítico: abrirse a lo nuevo y dejarse influir, en el primer caso; la crítica argumentada y constructiva, en el segundo caso, y profundizar en nuestra capacidad de conceptuación y argumentación, en el tercer caso.

De la práctica a la teoría
Al hilo de esta tercera, la conceptuación es la forma en que podemos trasladar a otros nuestras experiencias, podemos aprender de ellas y podemos hacer que otros aprendan. Conceptuar es partir de las relaciones que existen entre experiencias particulares para enmarcarlas dentro de algo: un concepto, un tipo de relación… Cualquier relato que hacemos sobre cualquier cosa nos requiere conceptuar. El relato requiere sintetizar, establecer relaciones de causalidad, describir, explicar, etc. Cuando somos capaces de hacer relatos de las experiencias particulares que permiten una enseñanza, que permiten enfocar lo esencial de lo particular, que permiten hacer generalizaciones, etc. estamos conceptuando. Todos lo hacemos. Pero, como en todo, hay personas que tienen una mayor capacidad para hacerlo bien, para hacerlo de manera que pueda ser útil a uno mismo y también a otros.

Así, todo lo que decimos es conceptuado, es teórico. Lo que pasa es que muchos de los conceptos que utilizamos están tan implantados, han sido tantas y tantas veces repetidos en múltiples formas, que no los concebimos como teóricos, sino como la realidad misma, y ello nos ciega peligrosamente cuando son falsos o, al menos, discutibles.

Partir de la experiencia de la realidad de uno
Para mí lo fundamental es que el relato y, por extensión, lo que se escriba, se base en la propia experiencia de la realidad. Pero no tenemos que ser miserables a la hora de delimitar lo que es la propia experiencia. Yo nunca he estado en el continente africano pero sé muchas cosas sobre África. Sería absurdo decir que como no he estado en África no puedo afirmar que hay mucha gente que padece el SIDA allí. Absurdo. La propia experiencia puede referirse a vivencias en propia carne y, por supuesto, también a vivencias que otros nos han transmitido y, de una u otra manera, nos hemos apropiado. En este sentido, nada más lejos de la intención de esta reflexión que desacreditar el gran acervo cultural de la humanidad. Lo que se pretende es poner el punto de mira en algo que me preocupa: las teorías montadas sobre teorías. Hay una sustancial diferencia entre apropiarse de una teoría, asimilarla y construir o elaborar desde ella y desde otras vivencias, o dedicarse a picotear frases descontextualizadas y planteamientos no profundizados de aquí y de allí en especies de collages. "Cortar y pegar" sin contraste ni conexión con la propia experiencia de la realidad. Es una práctica muy extendida y además la facilidad de acceso a formulaciones que permiten las TICs e Internet puede propiciar este tipo de prácticas a todos los niveles, no sólo en blogs y similares. En estas prácticas no se produce una expansión del conocimiento, son meras sucesiones de frases sin conexión entre sí. Por ello, nuestra capacidad de crítica es un valor que tenemos que cultivar y mucho. ¿Cómo? Habituándonos a contrastar todo lo que vemos, leemos y oímos con nuestra inmanencia. Con ello aprendemos a filtrar lo que no supera nuestra prueba de realidad. Pero, sobre todo, el esfuerzo servirá para cultivar nuestro “filtro” e ir avanzando desde posiciones de ignorancia, a posiciones de intuición y, finalmente, de mayor comprensión o conocimiento (algunos hablan de sabiduría).

En todo esto hay una parte que tiene que ver con la capacidad innata de las personas, con su inteligencia o inteligencias. Pero trato de hacer ver que hay mucho también que depende de actitudes, que aunque cueste, se pueden cambiar:
    “La gente se niega a aprender de las cosas que le va sucediendo en la vida, con lo que sigue estancada, lo que le impide crecer y mejorar.” ("¿Todavía no ha cambiado de paradigma?", entrevista a Edward De Bono, El País, 8/03/2009).

Creo que concebir una escisión entre teoría y práctica, entre concepto y experiencia, nos está haciendo mucho daño en muchos ámbitos, nos impide aprender y nos impide actuar desde un mayor nivel de conocimiento. Debemos avanzar desde esta lógica de la dialéctica a una lógica de la estrategia que permita su conexión y flujo. Es un camino que tenemos que recorrer a todos los niveles -individualmente, en las organizaciones, en las instituciones, etc.- y creo que recorrerlo nos llevará a formas de intervención en la realidad más potentes de las que nunca hubiéramos imaginado, porque la gran pregunta que siempre queda sin respuesta es: “Esto está muy bien, pero ¿cómo se hace?”.


La ilustración es de Leire Iparragirre, en “Guías para la transformación”. Me tomo la libertad de bautizarla como “Abrazando la realidad”.


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Posts y cuadernos relacionados:
Presentación del libro y debates abiertos: ¡anímate! (17.04.2009)
Cuaderno de trabajo 4: Educación

5 comentarios:

Alfonso Vázquez dijo...

Enhorabuena, Maite, tu post me ha parecido excelente, y abre mil frentes de debate que a esta hora de la noche me desbordan... Por deformación intelectual, voy a conectar un tema que tú reenvías al glosario, utilizando al Lazzarato que a su vez utiliza a Deleuze... Se trata del agenciamiento; pero creo que ahí hay claves para entender cómo podemos “capturar” la vida en sus flujos.
Como dice Lazzarato, tal vez sea el amour fou el ejemplo más claro de agenciamiento. No el amor cortés, inscrito en las reglas sociales instauradas, que va a soportarlas y reforzarlas, que va a reproducir la sociedad en sus normas y funcionamiento; sino la pasión prohibida, que desafía reglas y convenciones, que inicia una desterritorialización de los cuerpos -¿y de las almas?- sin ninguna promesa concreta de reterritorialización posterior, siempre a la espera de que “el tiempo pasará”, como en Casablanca. Marca los momentos del instante, los acontecimientos, la potencia del Kairòs frente al Cronos, el recorrido por lo desconocido, por lo peligroso, para, simplemente, culminar una y otra vez ese deseo que desaparecerá en cada encuentro para reproducirse en cada posterior encuentro.
¿Qué distinción entre teoría y práctica acepta la pasión? Absurda pregunta, ¿no? No hay reglas, no hay normas, sólo una construcción fluida, sin esperanza de un futuro sostenible, sólo impulsada por los deseos renovados. Y, sin embargo, es un fundamento de nuestra vitalidad... ¡y de nuestra existencia!
¿Y si probáramos a extender nuestras pasiones, a agenciarnos de la vida?

Maite Darceles dijo...

Muchas gracias, Alfonso. Se habla mucho de "pasión", pero sucede con estas palabras que pasan -según en qué ámbitos- de ser tabú a moda, que se desvirtúan, queda sólo su continente, quedan vacías, sin contenido. Gracias por recuperar el significado de las cosas.

Patxi dijo...

Gracias Maite por hacerme disfrutar con tu post. Al igual que con tu libro, requiere "masticarlo", distinguir sus ingredientes, saborearlo..
Eterno debate entre teoría y practica, como si fueran inconexas, cuando ambas se realimentan desde la libertad, desde el deseo y la pasión, como pareja que construyen nuevas posibilidades.
Uno, ha escuchado a los "prácticos" desdeñar de los "teóricos", sin saber que estos van avanzando hacia la sabiduría ( porque están combinando permanentemente teoría y práctica), o quizás porque sí lo saben y les cuesta aceptar sus limitaciones para alcanzarla. No así en sentido inverso, porque son conscientes de que son dos caras de la misma moneda.

Maite Darceles dijo...

Muchas gracias, Patxi, por este comentario tan cariñoso, que me llena de satisfacción por lo que dices disfrutar, y con tanto significado para mí. Un abrazo

Maite Darceles dijo...

Agradezco a Ane Aguirre esta cita que a mi entender guarda estrecha relación con este post:
"Entre la información y el conocimiento hay un abismo. Este es el problema del conocimiento abstracto: sin un compromiso de ponerlo en práctica, la erudición no es más que un escondite para la incompetencia" de Fred Kofman en Metamanagement.

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