Preguntas para el Foro Hobest

Para la siguiente sesión del Foro Hobest (24/02/2009) hemos preparado las siguientes preguntas. Os propondremos reflexionar sobre ellas centrándonos principalmente en la tercera.

1) ¿Qué se te ocurre si hablamos de personas como fines de la organización y no como recursos?
¿Te parece relevante esta consideración en el debate y reflexión en el que estamos sumergidos?

2) ¿Qué cambios crees que vamos a ver en la relación de poderes entre capital y trabajo? ¿Qué zonas de riesgo y amenazas ves? ¿Qué oportunidades? ¿Cómo se pueden aprovechar éstas?

3) ¿Dónde están las palancas de cambio? ¿De quiénes podemos esperar que impulsen cambios? ¿Qué podemos esperar de los consultores? ¿Tendría futuro un proyecto –ambicioso- de una nueva escuela o corriente de pensamiento que pretendiera elaborar y difundir nuevas formas de hacer consultoría?

4) Protagonismo de las personas: ¿es una aporía , una utopía, algo que nunca alcanzaremos? ¿O se puede mejorar sustancialmente? ¿Qué nos dice la historia respecto de esto? ¿Hay contextos históricos sustancialmente más liberados que otros? ¿O siempre hay una inmensa mayoría condenada a ser gregaria?


Queda abierto el debate para cualquiera que quiera participar...

De paso, recomiendo una entrevista a Mintzberg de hace unos meses, de la que dedico esta frase a Luis Mendizabal: "Si eres lo bastante humilde para seguir aprendiendo, mejoras", ya que le llamó la atención la reflexión sobre humildad que yo recogía.
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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias, Maite, por tu iniciativa. Comento alguna cosa sobre tu tercera pregunta, tal como solicitas.
Yo creo que, para identificar –y ni siquiera sé si el término es correcto- las “palancas de cambio”, tenemos que empezar por modificar los enfoques tradicionales de transformación. Muchos de los cambios radicales que se han producido en sociedades anteriores han venido dados desde elementos periféricos, desde el “afuera” (los “bárbaros” de Nietzsche) que se filtraba en la sociedad y conectaba con las ansias de lo nuevo de parte de la interioridad de la misma. Lo que llamamos “globalización” (o la subsunción real de la sociedad en el capital) ha eliminado el “afuera”, todo está “dentro”, todo está en el “Imperio”. Con toda la diversidad que, inevitablemente, genera la complejidad de la vida y de las sociedades, se tiende a imponer un cierto grado de “uniformidad de la diversidad” en todo: Formas de vida, formas de consumo, formas de trabajo... ¡y formas de transformación!
El concepto imperante de transformación consiste en diseñar un esquema de lo que queremos alcanzar, de a dónde queremos llegar, y, utilizando palancas de poder, constituido o constituyente, traccionar en la dirección elegida. En esto ha influido mucho la historia pasada, en la que existían “modelos” externos deseables (socialismo versus capitalismo, el modelo de empresa japonés para los occidentales en los años ochenta, democracia versus tiranía, la american life, y un largo etcétera). Hoy, sin embargo, todos esos “modelos” constituyen una miscelánea en variación constante, no dan lugar a “metas”, son meros tránsitos.
Por tanto, el “cambio”, en el sentido del que estamos hablando –hacia unas sociedades más libres, más justas, más humanas... ¡aunque no sepamos muy bien cómo serán!- tiene que partir de las conexiones virtuosas de los cuerpos deseantes que quieren algo diferente, sin saber qué, algo que arranque en las fuentes de indignación con la situación actual, para crear devenires de descubrimiento y exploración. En este plano, se trata, pues, no tanto de encontrar palancas “fijas” o el punto de apoyo que reclamaba Arquímedes, sino de provocar “acontecimientos”, de seguir sus concatenaciones, en redes de conexión continuamente variables... Vamos, hacer que mil mariposas provoquen mil tornados.
Y ya me he pasado, seguiremos...
Alfonso

Anónimo dijo...

1.- Me parece cinismo. Es una manera de disfrazar la realidad para encubrir las auténticas razones de emplear personas. La realidad es que –en una organización industrial/comercial – las personas siempre son recursos. Si se pudiera actuar empresarialmente sólo con robots, se haría sin ninguna duda. No hay mas que ver, en la situación actual, cuales son las decisiones que las empresas toman. Despedir personas. Todas las empresas (todas, incluidas las cooperativas), anteponen los resultados a las personas. No emito juicio moral al respecto en este momento. Sólo señalo que la realidad, siempre obstinada, es así.

Por tanto, hablar de las personas como fines es incierto y el hablar en tales términos, cuando la realidad es siempre la contraria, es cinismo.

Valdría más abordar el asunto en sus términos reales: las personas son simples peones y en ese contexto determinar las actitudes esperables de los peones y de los que juegan la partida.


2.- Estimo que, superada la crisis, habrá un periodo (¿una década?) en que la inversión – el capital- se dirigirá hacia valores tangibles, hacia productos físicos, hacia horas de trabajo reales, evitando los servicios e intangibles. Puede ser, por tanto, una buena época para los trabajadores en el sentido de que tendrá valor lo que produzcan y cómo lo produzcan.

Mas es muy difícil especular y hacerse rico basándose en unidades físicas tangibles. Porque hace falta fabricarlas con esfuerzo y se producen lentamente. Y la avaricia no descansa de modo que, una vez atenuado el recuerdo de la crisis, el capital volverá a tentar los intangibles y la especulación rápida, la ingeniería financiera basada en aire y los beneficios descomunales. Se repetirá el ciclo.

¿Podrán los Estados controlar esa especulación? Lo dudo porque el funcionamiento de casi todos ellos se basa en esa especulación ( por ejemplo, mientras muchas Administraciones se financien en base a un coste ficticio e inflado del suelo, no será razonable pensar que va a frenarse la futura burbuja de la construcción; mientras basen su crecimiento en deuda pública, será complicado que no haya ingeniería financiera artificial)


3.- De los consultores no se puede esperar nada porque siempre (sic) van con retraso respecto a los acontecimientos. En general, el cambio lo puede ejecutar SÓLO el que está en la trinchera, no el que ve la trinchera desde la distancia.


4.- En el modelo social actual es una aporía. Y, dado que no se ha encontrado otro mejor, seguirá siendo una aporía. El cambio profundo- a milenios de años vista- sólo puede darse por la conjunción de dos hechos: primero, una sobreabundancia generalizada de bienes (cosa que, a largo plazo, la tecnología conseguirá) y, segundo, una evolución cultural –lenta inevitablemente- por la que la posesión de recursos en exceso tenga cada vez menos importancia. Esta evolución “moral” sólo puede darse si la primera condición se cumple, o sea que existe sobreabundancia de bienes. Del mismo modo que ahora parece inusitado en occidente que se mate por una botella de agua pero hace unos milenios se hacían guerras por ello y, aún hoy, se hacen en las zonas más deprimidas del planeta.

Siempre ha habido una mayoría- en términos planetarios- destinada a ser siervo. Cierto que cada vez es menor. El problema es que la disminución es tan lenta que se precisarán unos cuantos milenios para que esto deje de ser así. Lo que, en términos cosmológicos, es apenas un pestañeo. El cosmos lleva existiendo quince mil millones de años y todas nuestras cuitas como Humanidad social se han dado en apenas veinte mil años. Solo falta tiempo. Pero no lo veremos.

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