Artikulu hau Jone Karres eta Eneko Olasagastiren Alardearen seme-alabak filmea ikusi ondoren idatzi nuen, Donostiako Giza Eskubideen XI. zinemaldian, 2013/04/23an estreinatu zena eta azken zinemaldian ere proiektatu dena. Bideo honetan zuzendariaren hitzetan filmearen nondik norakoa eta beste honetan zenbait irudi.
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2 comentarios:
Dado que soy analfabeto en euskera, un doble agradecimiento para ti, Maite: Por tu magnífico artículo y por la bonita traducción oral que tuviste la amabilidad de hacerme en su publicación. Quería sólo introducir algunos comentarios al mismo, aunque teniendo la referencia en la memoria...
Contrapones acertadamente el "ritual" y la "fiesta", y las tensiones que ello genera en la población de Hondarribi. Pero hay que hacer notar que el rito, el ritual, no nos pertenece: le pertenecemos. Es lo que nos antecede, nos inviste con sus ceremoniales desde que nacemos, nos hace crecer recitando sus letanías, entonando sus cánticos, replicándole cada año, o cada semana... Y nos hace creer que es parte nuestra, parte de nuestra identidad, como garantía de su posesión. Por ello, tiene ese fuerte carácter irracional, emocional, que nos hace creer -y sentir- que su, no ya violación, sino ligera modificación, altera nuestra esencia primigenia.
En el caso del Alarde, y por lo poco que sé, la "fiesta" sostiene el ritual, pero variando sus componentes, valga decir, sus "representaciones" -pues todo ritual no es más que un conjunto de representaciones que adquieren significados míticos, religiosos o pseudohistóricos. Es decir, a pesar de las luchas fratricidas que genera en vuestro entorno -o tal vez se debe a ello- prolonga el rito.
La "fiesta", al menos como la entendían los griegos, se separa radicalmente del rito, lo desafía sin proponerle alternativas, lo ridiculiza al ignorarlo en su esencia. Su deidad fue Dionysos, dios de la locura, el vino, el caos, la bacanal... Esta figura merece una atención que, por supuesto, los sacerdotes del Rito han ocultado beligerantemente (como demoniaca, cuando su "rito" es precisamente "divino"), pero de ello hablaremos en otra ocasión...
Gracias de nuevo, Maite, zorionak por tu artículo, y un beso.
Alfonso
Mila esker, Alfonso!
Tu frase de que "a pesar de las luchas fratricidas que genera en vuestro entorno -o tal vez se debe a ello- prolonga el rito" me ha recordado que en la versión primera del artículo incluía una frase que eliminé (para ajustarla al espacio, creo que fue la única frase con contenido adicional que eliminé). Decía: 'Paradoxikoa da baina erresistentzia horrek eragin dituen hainbat erreakzio erritual izaeran sakontzeko ekimenak izan dira eta, ondorioz, duela 20 urte alardea nola bizitzen zen eta gaur egun nola bizitzen den oso desberdina da, gauzak berdin mantentzearen izenean.'
Te traduzco: "Resulta paradójico, pero muchas de las reacciones que ha suscitado esa resistencia [me refiero a la resistencia a normalizar la presencia de la mujer en el alarde, porque el imaginario colectivo sabe que esto arrasaría los cimientos sobre los que se asienta el ritual] han sido iniciativas que han profundizado en el carácter ritual, y en consecuencia, y bajo la justificación de que las cosas sigan igual es muy diferente cómo se vivía el alarde hace 20 años y cómo se vive ahora'.
También he recordado un comentario de una tertuliana de Radio Euskadi (no recuerdo su nombre), que decía, poniendo el ejemplo principalmente de Irun, que los cambios que había experimentado esta ciudad con la desaparición de las aduanas, y lo que ello supuso de pérdida de identidad para personas y colectivos, puede estar en el origen, junto con otros factores, de una tendencia a profundizar en los vínculos primarios, aquellos en los que nos sentimos unidos o parte de algo desde la forma más primigenia de relación con nuestro entorno (es decir, la que experimentamos en nuestra primera infancia).
Creo que nos faltan formas de construcción colectiva que, más allá de los vínculos primarios, nos permitan establecer vínculos comprometidos, solidarios... de una sociedad madura y que se apropia de su presente y de su futuro. No podemos combatir el individualismo -y todos sus devastadores efectos- con vínculos primarios...
Pero esto ¿cómo se hace?
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