Conferencia de Alfonso Vázquez en el Colegio de Ingenieros

Este próximo martes, 31 de marzo, Alfonso -Alfonso Vázquez- impartirá una conferencia organizada por el Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de Gipuzkoa. El título es bien sugerente:

"Oportunidades inimaginables. Reinventando el futuro: Hacia la Innovación Social"


Y se tratará sobre:

  • El conocimiento como principal factor productivo. Consecuencias.
  • Paradojas del Sistema imperante. Contradicciones.
  • Generación de riqueza social versus Valor.
Sobra decir que recomendamos fervientemente esta conferencia...

Trataremos de recoger o comentar por aquí lo allí hablado...

Podéis obtener más información y suscribiros en la página web del colegio de ingenieros.

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Teoría y práctica como flujos y conexiones






De la teoría a la experiencia
Hace unos años asistí a un taller de “Cómo hablar siempre con eficacia” que impartían Ángel Lafuente y Aiuola Pérez Urresti en los cursos de verano de la UPV en Donostia. Un taller recomendable. Recuerdo que daban 7 claves para hablar bien y recuerdo alguna de ellas: - mirar a los ojos, - frases breves, - no dejar frases sin acabar, - los silencios,… Decían que el escenario de la vida era el gran laboratorio para mejorar nuestro hablar. Lo traigo a colación para ilustrar la siguiente idea que quiero expresar: La teoría cobra sentido cuando conecta con nuestra experiencia vital y con nuestra inmanencia, (creo que estoy abusando de esta palabra, o palabro para algunos, pero es que cada vez la necesito más para expresar lo que quiero decir). 7 ideas que pueden ayudar a mejorar nuestra capacidad de comunicación pueden ser “mera teoría”, algo alejado de nuestra realidad, -e incluso podríamos llegar a percibir desde nuestro punto de vista, como algo alejado de toda realidad, algo que no aporta nada, bobadas, palabrerías-, o pueden ser realmente algo muy práctico, algo que conecta con nosotros y llenamos de significado. Sucede cuando, en el ejemplo, si antes no lo hacíamos, empezamos a mirar a la gente a los ojos cuando hablamos, o empezamos a ser conscientes de las frases que dejamos sin acabar e intentamos evitarlo… El salto de la teoría a la práctica se da cuando conecta con nuestra experiencia de la realidad. Cuando lo hacemos conectamos con la teoría misma y es cuando ésta adquiere realmente significado para nosotros. Deja de ser “mera teoría” para pasar a ser vivencia, para quedar imbuida en nuestra inmanencia. Cuando lo hacemos aprendemos, se produce el agenciamiento de nuevo conocimiento. Además, conseguir esa “fusión” es placentero: la curiosidad o voluntad de saber es una de las principales pulsiones humanas.
    “La curiosidad es el remedio para el aburrimiento. No hay remedio para la curiosidad.” (Dorothy Parker, recogido en Komplex nº 49)

Éste es el núcleo mismo del concepto de conocimiento, porque la mera repetición (como la memorización de los reyes godos y visigodos en las escuelas hace décadas) es una forma inferior de conocimiento: produce muy poco agenciamiento, entendido éste como apropiación y desplazamiento (tanto del sujeto como del objeto apropiado, en este caso, del hecho cognoscible). Así, la expansión del conocimiento en todos los sentidos tiene que ver con el grado de agenciamiento, que también se puede expresar como el constante flujo y recursividad entre teoría y práctica. Expandimos nuestro conocimiento (y de esta manera, potencialmente, el Conocimiento) tanto cuando vivenciamos la teoría como cuando conceptuamos desde la experiencia.

Todo esto enlaza con el enfoque sobre conocimiento de Alfonso Vázquez como unión indistinguible entre pensamiento, emoción/deseo y acción, que he agenciado.

Por todo ello, me opongo a la concepción de teoría como algo separado de la práctica. Y es que, incomprensiblemente para mí, a veces se presentan como conceptos opuestos.

Lo que subyace a una posición crítica
¿Qué es lo que criticamos cuando decimos que algo es muy o demasiado teórico?
Lo que criticamos es que algo sea alejado de la realidad. Más concretamente, no lo conectamos con nuestra propia experiencia de la realidad y, quizá, desde nuestra miopía, prejuzgamos que no hay otras experiencias de la realidad que estén en concordancia con ello. En este caso, podríamos estar criticando desde la ignorancia, bloqueando y cerrándonos, a nosotros mismos y a otros, caminos que podrían ser de avance.

Claro que hay mucho que se dice que es criticable también desde el conocimiento, por supuesto. Sencillamente, nuestra experiencia de la realidad lo contradice y tenemos argumentos intelectuales para soportar nuestra crítica. O bien nuestra experiencia de la realidad lo contradice, pero de una forma sólo intuitiva, y no somos capaces de entender por qué no estamos de acuerdo, y mucho menos de explicar a otros nuestros argumentos.

Tres posiciones muy distintas que requieren actuaciones muy distintas por parte del crítico: abrirse a lo nuevo y dejarse influir, en el primer caso; la crítica argumentada y constructiva, en el segundo caso, y profundizar en nuestra capacidad de conceptuación y argumentación, en el tercer caso.

De la práctica a la teoría
Al hilo de esta tercera, la conceptuación es la forma en que podemos trasladar a otros nuestras experiencias, podemos aprender de ellas y podemos hacer que otros aprendan. Conceptuar es partir de las relaciones que existen entre experiencias particulares para enmarcarlas dentro de algo: un concepto, un tipo de relación… Cualquier relato que hacemos sobre cualquier cosa nos requiere conceptuar. El relato requiere sintetizar, establecer relaciones de causalidad, describir, explicar, etc. Cuando somos capaces de hacer relatos de las experiencias particulares que permiten una enseñanza, que permiten enfocar lo esencial de lo particular, que permiten hacer generalizaciones, etc. estamos conceptuando. Todos lo hacemos. Pero, como en todo, hay personas que tienen una mayor capacidad para hacerlo bien, para hacerlo de manera que pueda ser útil a uno mismo y también a otros.

Así, todo lo que decimos es conceptuado, es teórico. Lo que pasa es que muchos de los conceptos que utilizamos están tan implantados, han sido tantas y tantas veces repetidos en múltiples formas, que no los concebimos como teóricos, sino como la realidad misma, y ello nos ciega peligrosamente cuando son falsos o, al menos, discutibles.

Partir de la experiencia de la realidad de uno
Para mí lo fundamental es que el relato y, por extensión, lo que se escriba, se base en la propia experiencia de la realidad. Pero no tenemos que ser miserables a la hora de delimitar lo que es la propia experiencia. Yo nunca he estado en el continente africano pero sé muchas cosas sobre África. Sería absurdo decir que como no he estado en África no puedo afirmar que hay mucha gente que padece el SIDA allí. Absurdo. La propia experiencia puede referirse a vivencias en propia carne y, por supuesto, también a vivencias que otros nos han transmitido y, de una u otra manera, nos hemos apropiado. En este sentido, nada más lejos de la intención de esta reflexión que desacreditar el gran acervo cultural de la humanidad. Lo que se pretende es poner el punto de mira en algo que me preocupa: las teorías montadas sobre teorías. Hay una sustancial diferencia entre apropiarse de una teoría, asimilarla y construir o elaborar desde ella y desde otras vivencias, o dedicarse a picotear frases descontextualizadas y planteamientos no profundizados de aquí y de allí en especies de collages. "Cortar y pegar" sin contraste ni conexión con la propia experiencia de la realidad. Es una práctica muy extendida y además la facilidad de acceso a formulaciones que permiten las TICs e Internet puede propiciar este tipo de prácticas a todos los niveles, no sólo en blogs y similares. En estas prácticas no se produce una expansión del conocimiento, son meras sucesiones de frases sin conexión entre sí. Por ello, nuestra capacidad de crítica es un valor que tenemos que cultivar y mucho. ¿Cómo? Habituándonos a contrastar todo lo que vemos, leemos y oímos con nuestra inmanencia. Con ello aprendemos a filtrar lo que no supera nuestra prueba de realidad. Pero, sobre todo, el esfuerzo servirá para cultivar nuestro “filtro” e ir avanzando desde posiciones de ignorancia, a posiciones de intuición y, finalmente, de mayor comprensión o conocimiento (algunos hablan de sabiduría).

En todo esto hay una parte que tiene que ver con la capacidad innata de las personas, con su inteligencia o inteligencias. Pero trato de hacer ver que hay mucho también que depende de actitudes, que aunque cueste, se pueden cambiar:
    “La gente se niega a aprender de las cosas que le va sucediendo en la vida, con lo que sigue estancada, lo que le impide crecer y mejorar.” ("¿Todavía no ha cambiado de paradigma?", entrevista a Edward De Bono, El País, 8/03/2009).

Creo que concebir una escisión entre teoría y práctica, entre concepto y experiencia, nos está haciendo mucho daño en muchos ámbitos, nos impide aprender y nos impide actuar desde un mayor nivel de conocimiento. Debemos avanzar desde esta lógica de la dialéctica a una lógica de la estrategia que permita su conexión y flujo. Es un camino que tenemos que recorrer a todos los niveles -individualmente, en las organizaciones, en las instituciones, etc.- y creo que recorrerlo nos llevará a formas de intervención en la realidad más potentes de las que nunca hubiéramos imaginado, porque la gran pregunta que siempre queda sin respuesta es: “Esto está muy bien, pero ¿cómo se hace?”.


La ilustración es de Leire Iparragirre, en “Guías para la transformación”. Me tomo la libertad de bautizarla como “Abrazando la realidad”.


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Sale el libro "Guías para la transformación"

Esta semana que viene “Guías para la transformación”, mi primer y último libro, verá luz, nacerá… ¿o había nacido ya? El proceso de elaboración concluyó hace ya unos meses (hace mucho que Borja Lastra escribió sobre él en el blog del Servicio de Innovación), pero la edición tiene muchos intríngulis que una vez recorridos ves que el trabajo ha merecido la pena. Ha merecido la pena contar con las ilustraciones de Leire Iparragirre, que no dejan indiferente a nadie. Ha merecido la pena el trabajo de colaboración para la traducción entre Amaia Imaz (a través de Di-da), Karlos Santisteban y yo misma. Ha merecido la pena revisarlo una y otra vez para introducir matices y corregir carencias. Ha merecido la pena el trabajo de maquetación a cargo de BAI, principalmente de Borja Martínez. Y, finalmente, el libro verá luz y las y los que queráis lo podréis tener en vuestras manos para leerlo, releerlo, subrayarlo, contradecirlo, debatir sobre él… Gracias a todas las personas que habéis colaborado para que sea una realidad, y muy especialmente a las personas del Departamento de Innovación y Promoción Económica de la DFB y a las de BAI.

El libro se lee fácil, muy fácil; eso me dicen. Pero tiene trampa: su fácil lectura puede hacernos creer que estamos llegando al fondo del planteamiento, cuando sólo surfeamos en las olas. Por ello, también me dicen que se disfruta más en la segunda lectura que en la primera, ya que ello facilita que uno pueda ubicar las ideas que se presentan en su marco conceptual (o constelación de referentes, que decía Mikel) y alcanza un grado de comprensión y conexión mayor.

Supongo que todo aquel que escribe un libro cree aportar un cierto valor a través del intento de recoger experiencias, vivencias, contrastes, conceptos, ideas que puedan ser útiles también a otros... A mí me pasa. Y, como supongo que pasará a todo aquel que escribe un libro, me encantaría que te sirviera para algo a ti, que estás leyendo esto, y que, además, de alguna manera, me llegara algún tipo de feedback de ello, en la forma que sea. Yo pido. (El otro día leía un librito titulado algo así como “Aprendiendo a ser feliz” de Ken Keyes y una de las tres recetas que daba era la de “pide todo lo que quieras, pero nunca exijas”. Me parece una buena guía. Cierro el paréntesis.) Decía que pido recibir feedbacks en la forma que sea. Con esto, simplemente te hago saber que me encantará establecer debates sobre el libro y que en la medida que el tema suscite interés iremos articulando posibilidades más allá del correo electrónico o comentarios en el blog. El libro se está planteando como uno de los ejes inspiradores del nuevo programa Eraldatuz o de Personas (aún no tiene un nombre definido) del DIPE de la Diputación Foral de Bizkaia, lo cual es todo un reconocimiento y una gran responsabilidad para mí. Tenemos abierto un debate presencial y virtual para seguir profundizando en estos y otros conceptos con la gente de ese Servicio de Innovación, que está resultando muy interesante y enriquecedor. Lo denominamos como "Mesa de aprendizaje colectivo", nombre que responde a la realidad. De ello han hablado ya Julen y Borja en sus blogs.

Creo que entre todos tenemos que inventar nuevos enfoques que nos permitan avanzar y abrirnos a nuevas realidades, que nos permitan entrar en dinámicas constructivas, de creación de riqueza, riqueza social, que superen dinámicas destructivas y deshumanizadoras… Y ahora, con la explosión de la crisis, su necesidad se ha puesto mucho más de manifiesto. Dice Sami Naïr: “Habría sido sorprendente que [la crisis] no afectase también a la ideología, los métodos y los conceptos forjados estos últimos treinta años para justificar el capitalismo globalizado. Esta crisis está demoliendo sin piedad los prejuicios, las normas, los valores de quienes creyeron inocentemente en la santa eternidad de ese sistema.” (“Las élites ante la crisis”, El País, 7/03/2009)

Lo tenemos que intentar…

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Personas: ¿fines o recursos?

La primera pregunta que nos planteábamos para la sesión era:
    ¿Qué se te ocurre si hablamos de personas como fines de la organización y no como recursos? ¿Te parece relevante esta consideración en el debate y reflexión en el que estamos sumergidos?

La pregunta tiene el riesgo de ser entendida desde un enfoque paternalista: La organización (como ente superior) debe velar por los intereses de las personas. No es ese el enfoque que damos. Recogeré algunas de las ideas que salieron en la reunión, muchas de ellas expresadas por Alfonso.

"Ni las personas somos los fines de la organización, ni las organizaciones son fines, sino que son medios. Las personas estamos en ellas para realizar nuestros fines individuales." ¿Cuáles son nuestros fines? En la forma de trabajo dependiente el único fin que el individuo puede pretender es el de recibir una retribución por unas horas de trabajo. En otras formas de trabajo -o de organización-, en cambio, podemos encontrar vías de realización en las organizaciones: cooperar con otras personas para realizar aquello que nos motiva, que nos ilusiona es claramente una vía de realización.

La organización primitiva es una forma de socialización para conseguir fines conjuntamente. Posteriormente, comienzan los conflictos y aparece el poder que deriva en la organización entendida como finalidad, que no es otra que la finalidad de quien ostenta su poder. A veces, esto se disimula hablando de "proyectos compartidos". Pero "¿y si pensáramos que cada persona es un proyecto en sí mismo?"

"¿En qué queda la organización si derribamos zonas de poder que la delimitan?" Algunas, ciertamente, en nada. Otras en cambio, serán ricos entornos de cooperación. Pero, por desgracia, estos últimos los podremos contar con los dedos de pocas manos, ¿no?

Patxi planteaba que "si la organización fuera más fluida, más capaz de interaccionar con lo deseos personales podríamos tener un potencial de riqueza que hoy no tenemos. Estamos dilapidando la capacidad de muchísimas personas."

Para la siguiente, Alberto se ofreció a preparar algo en torno a la siguiente pregunta que le suscitaba gran interés: ¿cómo se conectan los proyectos personales con los proyectos de empresa?, que también podríamos formular, quizá, como: ¿cómo transitar hacia organizaciones enriquecedoras para sus personas, es decir, ricas en cooperación? 0 ¿cómo superar el trabajo dependiente?. A ver con qué nos sorprende...

Todo esto me hace pensar que tenemos que ir abriendo un debate sobre competitividad, que si la entendemos como aquello que justifica la existencia de una organización, está estrechamente relacionada con el para qué de las organizaciones, con su función en la sociedad. La competitividad de ser capaz de aportar valor (riqueza) más intensamente que los demás frente a la competitividad de quedarse sólo aplastando a los demás...

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